A veces considerada un impedimento para nuestra integración social, a veces vista como una reacción fundamental para nuestra supervivencia como especie... Y probablemente de otras especies más, no tan distintas de la nuestra.
Con las posaderas momentáneamente asentadas en Tokio (es decir, hasta el terremoto final), vivo del cuento de enseñar la lengua y la cultura españolas a incautos extranjeros, mientras profesionalmente (o sea, fuera del horario laboral) me dedico a tratar de conocer mejor cualquier otra cultura que no sea la española, haciéndome así un favor a mí mismo.
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